20100321

Dramático Desafortunado



¡Diantres!
¿Dónde diablos despotricados daré dádivas de dichas?
¿Dónde demonios descabezados derrotaré dedicatorias de desdichas?
Despertó delirante, don Diego Darío Domínguez Duodécimo de Dinamarca
después de derrochar doce dispersos días dormitados,
distanciándose de doña Domitila Dulcinea Donosa, dama de Damasco,
devota dueña de densos discursos de desmotivación,
dilemas del dinero, dramáticas disertaciones de desamor.

Desgraciado, dudó dos días devastadores,
dudoso, divagó diez días diarreicos,
divagador, descubrió doce días desgarradores,
descubridor, destruyó dieciséis domingos divinos de desprecios,
desparramando durezas donde desenvolvió delicadezas,
dones de dador, danzas de dilección,
dulces dirigidos donde deleitaba, divertida,
Domitila Dulcinea Donosa, dueña de desaires duraderos.

¡Diantres! ¡Diantres!
¿Dónde diablos despotricados derramaré dádivas de dichas?
¿Dónde demonios degollados derrotaré dadas desdichas?
Disparatado, disparó desagradables dardos de desahogo,
desvalorando destinos, despreciando detalles,
desatendiendo determinaciones deseadas,
desentendiendo definiciones deseables,
decantando dolor,
desterrándose, deterrándose, desterrado.
Dejado, desahogado, despojado, desinflado,
disponible de descender del duelo,
descendió.


Débil,
don Diego Darío Domínguez Duodécimo de Dinamarca descansó.

Después,
desequilibrado, distraído, desarmado, desaliñado, disléxico, destornillado dijo:
¡Derido dúblico, dracias dor du datención!



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